La comunicación es un proceso de transmisión (a menudo recíproco) de ideas y conceptos, que implica a un emisor (quien produce y codifica el mensaje), un receptor (quien lo recibe y decodifica), y un canal físico a través del cual se transmite, empleando un código común entre los primeros dos.
El canal debe ser propicio para la transmisión del mensaje, el código debe ser mutuo, y quienes intervienen deben estar dispuestos a participar, para que la información pueda transmitirse.
En ese sentido, las barreras de la comunicación son accidentes de distinto tipo y que involucran a estos elementos que intervienen en el proceso. Estos accidentes pueden ser de distinto tipo:
- Físicos. Circunstancias del medio ambiente que distorsionan la comunicación, la entorpecen o impiden total o parcialmente. Por ejemplo: los defectos materiales de una grabación magnética, los ruidos ambientales que puedan opacar la voz del emisor, la presencia de numerosos actos comunicativos a la vez que se vuelven indistinguibles, etc.
- Semánticos. Son los relacionados con el código mismo de la comunicación, que puede variar entre emisores y receptores, haciendo difícil (o simplemente imposible) el entendimiento. Por ejemplo, cuando intentamos leer un texto en otro idioma, o cuando empleamos una palabra del mismo idioma que tiene distintos significados en otro país.
- Fisiológicos. Taras y defectos corporales del emisor o del receptor, que les hacen menos aptos para el proceso de la comunicación. Por ejemplo: la sordera, la afonía, la ceguera, etc.
- Psicológicas. Aquellas condiciones propias del emisor y/o el receptor que tienen que ver con su emocionalidad o su personalidad, y que lo predisponen de algún modo a una forma de comunicación específica. Esto puede querer decir que no estén dispuestos del todo, o que simplemente rechacen la comunicación, por ejemplo, al estar nerviosos, distraídos, asustados, etc.
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